*El centro comercial carga la vejez con muchas dificultades, pero nos lleva a un paseo por bellas matrioshkas, aviones soviéticos, videocasetes, revistas TVyNovelas, andoides con aires de Mazinger Z y música de Richard Clayderman
Aníbal Santiago
Ciudad de México (CDMX).- A la marquesina de este centro comercial -propia para un foro musical de 1985 tipo El Patio- se le han ido cayendo, cual dientes de octogenario, los focos que algún día la rodearon con su brillo ámbar. Sus viejas letras negras aún dicen “Plaza Inn”, pero ese gran rotulo desgastado que en la calle Fernando Villalpando da la bienvenida a los visitantes no informa nada de nada.
Da tristeza, pizcas de amargura, ver sin anuncios la desdichada marquesina que engalanaba esta plaza fundada con gran pompa en el sexenio de De la Madrid. A las 4 plantas de piso de mármol con cientos de locales los conecta una elegante escalera rizada con barandales de madera. Seguro Ana Gabriel deslizó ahí su brazo mientras bajaba cantando: ¿Quién como tú? / Que día a día puedes tenerle / ¿Quién como tú? / Que solo entre tus brazos se duerme.
Ya no veremos a la baladista de negrísimos ojos en sus gloriosos días, pero atención: aquí hay música. Al espacio central del nivel principal sí lo ameniza un pasado dulzón: Julioge y su banda de música instrumental, los tres de saco y pantalón de vestir, tocan guitarra, sintetizadores y percusiones Love Story de Richard Clayderman. Cierra los ojos: estás en un consultorio de los años 80 esperando que te pongan brackets mientras te adormece el pianito sedante.
Y ahora ábrelos. Frente al trío musical hay un robot gigante, o algo así. Con un casco rojo de motociclista y cuatro patas fabricadas con unos caños de metal fijos, ese androide con aires de Mazinger Z promueve el Instituto Ingenia de Innovación y Creatividad, que en local 230 ofrece clases de robótica: “Laboratorios equipados, práctica cada clase, creatividad”.
¿Qué flojera subir a pedir informes hasta el tercer piso del instituto? Pues llámales. ¡Pero no agarres tu celular! Mejor camina hasta donde están los teléfonos públicos de Telmex con todo e instrucciones para meter tu tarjeta Ladatel que quién sabe dónde conseguirás.
Como eres un señor o una señora muy mayor y, sobre todo, puntual, quieres comprar un reloj cucú para colgar en un muro de tu sala de muebles Dico. El relojero Eduardo Castro de Joyas San Ángel Inn, experto en esos relojes de péndulo y gong, te orienta: “¿Cómo cuál quieres? “En el de 2 cuerdas solo sale el pajarito cada media hora. El de 3, tiene música”, te explica en su negocio a cuyas vitrinas, entre medallas, relojes, alhajas, llenó de mariposas de papel y bellas frases, por si no basta el canto de sus aves para alegrarte el día: “Life is beautiful”, “Have big dreams”.
Plaza Inn carga la vejez con muchas dificultades: padece pérdida de audición, dolores de espalda, cataratas y osteoartritis. Por eso, muchos locales están abandonados: “se renta”, se lee por todas partes en negocios, algunos vacíos y en penumbra como el de Operadora de Fondos Nafinsa, pero otros con productos desahuciados a la vista. Son un museo. ¿Ejemplo? Casa Marcelo de ropa de etiqueta. Cubiertos de unas 128 capas de polvo de todas las eras geológicas, sobreviven un moño de smoking, un chaleco sin espalda, tirantes para niños y adultos e incluso un par de atentados contra el medio ambiente -atentados aprobados cuatro décadas atrás-: unos zapatos Bond piel de venado (pobre Bambi) en 1450 pesos.
Ahora ponte bella. La estética Montserrat cuenta con todo el catálogo de productos Kérastase para hacerte un copete a lo Flans, pero su verdadero tesoro es su colección de revistas TVyNovelas: mientras tiñen tu melena de cenizo perla aprovechas el tiempo leyendo textos formativos que te instruirán en sucesos clave de la historia de México. No es posible que sepas en qué fecha inició la Independencia pero ignores con qué actriz andaba Eduardo Capetillo en la época dorada de Alcanzar una Estrella (aún no aparecía Bibi).
Pero si hoy andas más intelectual, ve al local Productos Rusos. Además de llevarte unas bellas matrioshkas, un samovar de la iglesia Ortodoxa Rusa o una Catedral de San Basilio en miniatura, tu mirada se centrará en los pins originales de Lenin, el Oso Misha de los Juegos Olímpicos Moscú 1980 o los aviones soviéticos que ganaron la Segunda Guerra: el Tupolev Tu-2, el Petlyakov Pe-2, el Lavochkin-5. Un poco de socialismo para equilibrar el capitalismo anciano de esta plaza de Insurgentes Sur, pero capitalismo al fin.
Y esto último no es cualquier invento: en el último piso está la capitalista sede de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Ahí, en una oficina que te recibe con una jerga húmeda, laboran silenciosos 30 burócratas, mujeres y hombres, impecables en tacuche o traje sastre. Teclean entre rosas de plástico, bicolores, corazones de terciopelo del 14 de febrero, cajas de galletitas Marián y calendarios de Chayanne. Quién sabe por qué teclean computadoras Dell de 1999, pudiendo hacerlo sobre máquinas de escribir Olivetti.
Son muy agradables Plaza Inn y la Ciudad de México, pero queremos viajar a otros países y lo merecemos. Por eso lo más lógico es presentarse físicamente en una agencia de viajes. Subimos hasta ABS Travel International: en su interior una señora de unos 60 años llama por un teléfono fijo a alguna línea aérea porque en este momento atiende a una clienta de su edad que quiere viajar a un paraíso. ¿A dónde? Afuera de ABS Internacional, sobre sus vidrieras, algunas fotos gigantes te hacen sugerencias: El Taj Mahal, los edificios labrados de Petra, el Coliseo Romano, la Muralla China, el Cristo Redentor, Machu Picchu. ¿Andas medio corto de lana? Ni modo, entonces obedece la propaganda de la entrada: “¡Escápate a Chetumal!”.
Estás por decir adiós a Plaza Inn y, como quieres revelar el rollo fotográfico Kodak de tus vacaciones en Chetumal, vas a Foto Kodama. No entres aún, sólo concéntrate en su vidriera. ¿Qué hay ahí? Sí, dos videocasetes en su bolsita, como nuevos. El primero cuesta 280 pesos y dice su empaque: “Sony, 6 hrs. Premium brilliant color and sound”. El segundo cuesta 110 pesos e indica: “Maxel, Premium High Grade110”.
¿Acaso los videocasetes están en este mismo escaparate desde hace 37 años, cuando se pusieron a la venta para grabar los partidos de México 86?”. Quién sabe, y a fin de cuentas, ¿qué importa?
Tú cómpralos, mételos a tu videocámara, ven, apriétale fuerte el REC y filma las bellezas de la moderna Plaza Inn.